lunes, 25 de noviembre de 2013

Crónica de krathong

Desde Bangkok


Publicado el lunes, 25 de noviembre de 2013 en la Sección Imagen del Diario de Yucatán.

Jorge Luis Hidalgo Castellanos

El grupo de niños canta una melodía sencilla en la que alcanzo a entender, a fuerza de repeticiones del estribillo, algo así como “Loicraton”. Con el pulgar y el índice de ambas manos unidos bailan moviendo lentamente las extremidades. Sus bracitos van formando ondas paralelas hacia la derecha e izquierda mientras cantan.

-Loiii, loiicraton. Loiii, loiicraton. Loicratooon… -Suena el coro de voces infantiles en la rueda que forman en el patio de la escuela de ese atardecer tropical.

La sencilla coreografía hace destacar el típico vestuario. Trajes tailandeses, de tela brillante, quizás de seda en algunos de ellos y la mayoría de raso o satín para que dure, mientras caminan con ritmo haciendo un círculo. Los chiquillos usan pantalones recortados, a manera de pescadores con casacas de manga larga y cuello Mao, la mayoría blancas. Elegantes y con estilo usan zapatos cerrados y medias blancas largas.

Niños thais en trajes típicos (Foto: TAT)

Otros visten un tipo de traje típico más coloquial, con camisas satinadas de manga corta y de colores fuertes: azul, morado, amarillo o verde,  con pliegues o bordados coloridos que contrastan; varios no llevan mangas. Las niñas visten una tradicional falda de seda con grecas y una blusa entallada sin tirantes que deja los hombros descubiertos. Una estola larga, también de seda pende de uno de los hombros y llevan el pelo recogido. Todos, pero ellas más, sonríen mientras cantan y bailan cadenciosa y parsimoniosamente.

Dos de ellos, de pelo negro, un poco largo comparado con los otros pequeños, y de grandes ojos llenos de alegría llaman mi atención en el grupo escolar. Sonrientes siguen al grupo y disfrutan cantando y bailando el tradicional baile folklórico local. Sus rasgos, con un dejo oriental, hacen percibir sin embargo que no son tailandeses aunque celebran igualmente la más tradicional y preservada festividad nacional del reino de Tailandia: Loi Krathong.

Ofrendas a la diosa del agua en Loi Krathong

Cuando la música termina, los niños dejan de bailar y recogen del suelo su krathong, un pequeño arreglo floral redondo cuya base es una rodaja del tronco cavernoso de los platanares, con una vela y palillos de incienso incrustados. La noche comienza a caer y las maestras encienden las mechas dejando que el aroma de sándalo inunde el ambiente del patio del recinto escolar cerca de uno de los múltiples canales de Bangkok. No hay un solo alumno que no esté vestido con su traje tradicional, no obstante ser una escuela internacional y varios de ellos ser de nacionalidades distintas a la del reino tailandés. Japoneses, chinos, myanmas y australianos, pero también europeos, africanos y americanos, del sur y del norte.

Krathong auténtico
Al igual que el vecino templo budista donde los monjes rapados y vestidos con túnicas amarillas cantan en idioma pali, la festividad es celebrada por discípulos y maestros. Es tan bonita y profundamente arraigada en Tailandia que nadie puede sustraerse a su encanto independientemente de su credo religioso y antecedente cultural o étnico. Todos cantan, bailan y llevan un krathong con el que desean expiar malos comportamientos o simplemente hacer que la mala suerte del año se aleje a través de la corriente de las aguas.

Veo que uno de los pequeños de ojazos oscuros coloca adicionalmente una guirnaldita de cempasúchil junto a la flor de loto de su krathong ya encendido al momento que dice en voz baja:

–Virgencita,  haz que me porte mejor y que papá sea promovido pronto, –mientras coloca, sostenido por su padre, su arreglo floral en las aguas del arroyo. 

Su hermano mayor también deja ir su krathong al momento que los monjes reinician un cántico. “Chin, se me olvidó pedir que…” piensa el más grande de los niños, cuando es interrumpido por su progenitor.

Elevando una Khom loi, farol flotante tailandés (TAT).
–Prendamos el globo. ¡Ándale Pedro! –Dice entusiasmado el papá  de los niños y toma el Khom loi, la linterna flotante hecha de papel de China que hicieron días antes con Kito y Yiap, sus amigos tailandeses quienes encienden una velita colocada en medio del frágil cilindro de papel y varas que sostiene el papá y los dos niños. Al soltarlo, todos ven como comienza a elevarse lentamente destacando en la oscuridad del cielo, donde lo aprecian como refulgente estrella durante algunos minutos.

Me congratulo entonces, al reconocer por sus expresiones idiomáticas y el cempasúchil, que son dos mexicanitos que viven en Krung Thep, la llamada ciudad de los ángeles, unidos en esta ocasión a los tailandeses por una antigua festividad. El traje tradicional siamés que visten esa noche los uniforma pero no los confunde culturalmente, más bien los enriquece.H

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