lunes, 11 de julio de 2011

Mototaxis

Una de las formas mas rápidas y económicas que existen en Bangkok para enfrentar el caótico tráfico diario es usar mototaxis, con el riesgo que ello implica. El intenso calor y las necesidades de transporte en la capital tailandesa hacen que este medio sea muy socorrido.

Los motociclistas con chalecos de colores llamativos suelen tener sus sitios cerca de las salidas de las estaciones del metro, tren, autobuses o centros comerciales.





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En mototaxi por Bangkok (11/jul/2011)

El súbito arranque casi le hizo caer; de no haber sido porque instintivamente puso la mano a su costado izquierdo y se sujetó fuerte a la agarradera de la Suzuki, al tiempo que equilibraba su cuerpo con ambas piernas juntas y de sus pequeños pies casi se caían las agudas zapatillas blancas. Había tomado la mototaxi una vez que descendió las escaleras del metro elevado (BTS) para no caminar las cuatro cuadras que le quedaban al trabajo y llegar empapada de sudor a la 8:30 de la mañana, cuando el termómetro marcaba ya 33°C y la humedad relativa era de 90%. De haber llevado pantalones se habría montado a horcajadas, para sentirse más segura.


El caótico tráfico de Bangkok, una de las más grandes y bonitas ciudades del sureste asiático, hizo que el ingenio de sus habitantes encontraran una singular manera de transportarse rápido y barato en distancias cortas, las cuales si se prefieren caminar o permanecer dentro de auto puede tener consecuencias que podrían costar el empleo o perder clientes y hasta provocar divorcios. Si se camina, lo que podría ser, por otra parte, natural y lógico en otras megaurbes del mundo, seguramente se acabará transpirando excesivamente con el riesgo de que el maquillaje se corra o que se parezca a un corredor de maratón que equivocó el día de la competencia. De quedarse en el auto, se corre el riesgo de llegar una hora o más atrasado a su cita, trabajo o reunión de negocios y en caso de tener una esposa celosa, se imaginará que viene de algún otro lugar, de los que abundan en la capital tailandesa, ciudad famosa por su bellezas, que tientan hasta al más santo.

Las calles y callejones que iba pasando en el trayecto que hacia en la moto, dejaban ver que no era la única utilizando este servicio de transporte urbano, pues en sentido contrario, adelante y atrás de ella iban y venían decenas de mototaxis con sus motociclistas enfundados en llamativos chalecos de color naranja, verde, morado o rojo, cada uno con un número que los identifica y el nombre del sitio de mototaxis al que pertenecen o la calle donde se ubica –en idioma thai-, rótulos que quizá también dicen el nombre del sindicato al que pertenece.

La solución que se encontró en la “Ciudad de Los Ángeles” -como se conoce a Bangkok- para evitar las complicadas situaciones de tránsito descritas fue la de ofrecer al usuario transporte en motocicletas –desde motonetas tipo Scooter, hasta motos de 125 y 250cc- casi todas de marcas niponas, para “dejadas” cortas de hasta 10 cuadras cuyos kamikazes conductores logran recorrer en poco más de cinco minutos, rebasando coches, camiones y autobuses, pasarse los semáforos en rojo y casi atropellando a los peatones cuando no se estampan en la puerta de algún despistado automovilista. La recomendación de algunos tailandeses a sus amigos extranjeros o jefes es la de evitar subirse a los mototaxis, pero pocas veces son escuchados y ni el hecho de que las aseguradoras en general no ofrezcan sus pólizas a las mototaxis so pena de llevar a su empresa a la bancarrota consigue disuadir a la gente de usar este transporte que como máximo cobra 30 bahts (1 USD) y si llega a su destino, lo hace rápido y virtualmente sin sentir calor, pese al clima dada la velocidad y el viento que produce.
 

Habían pasado solamente tres minutos cuando el motociclista con chaleco anaranjado detuvo la Suzuki frente al rascacielos de 30 pisos en Sathorn Road y ella se bajó del aparato, se estiró la falda del traje sastre azul celeste y pagó 15 bahts. “Kop khun Ka”- dijo y se encaminó al portón de cristal del edificio que en grandes letras decía Bangkok Bank a donde ingresó. Ya entonces se subía a la mototaxi un farang rubio de ojos claros vestido de traje oscuro, que al momento en que decía “BTS Saladaeng” sentía que su cabeza sin casco se quedaba atrás antes de terminar la frase cuando su cuerpo salía en un bólido de marca japonesa y su mano alcanzaba la agarradera de atrás, bendita y estratégicamente colocada por algún diseñador de Tokio.H

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Texto y fotos por Hidalgo©

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