lunes, 28 de noviembre de 2011

Japoneses

Desde Bangkok
Atractivo polo para los japoneses  Publicada:  28 noviembre 2011
Jorge Luis Hidalgo Castellanos


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La familia Kako tiene cinco miembros. Los jóvenes padres y tres hijos, de los cuales el mayor tiene cinco años y el menor uno. Arribaron a Bangkok hace un año porque el Sr. Kako es ingeniero químico y fue trasladado por su compañía, Ajinomoto, una de las más grandes empresas de alimentos de Japón, que cuenta con fábricas en Tailandia, desde donde distribuye sus productos no sólo a este país sino a otros de Asia e incluso al mismo país del Sol Naciente. Esto no es raro ya que en Tailandia existen más de 7 mil negocios japoneses, entre los que se encuentran los grandes nombres y marcas como Toyota, Honda, Sony y Mitsubishi. Tailandia es un polo de atracción de la inversión japonesa.
La familia Kako es una de las miles de familias japonesas que residen en Tailandia, nación a la que el clima, la cultura y el menor costo de vida atraen como la miel  a las abejas. De acuerdo con datos de entidades turísticas de Japón, se calcula que en 2010 visitaron Tailandia casi 900 mil nipones y su embajada mantiene un registro de 50 mil nacionales radicando en Bangkok y otras ciudades del país de las sonrisas, la mayor población nipona en Asia fuera de Japón y quizá la segunda en el mundo después de Brasil.
No es nada raro encontrar en ciertos barrios letreros en japonés y gente de esa nacionalidad. La zona de Sukhumvit, por ejemplo, es muestra de ello. En una zona parecida a la colonia Polanco en la ciudad de México, la mayor parte de sus habitantes es de Japón. Los restaurantes, comercios, salas de masajes, cafés, hospitales y escuelas presentan publicidad, cartas y cursos en su idioma o tienen personal bilingüe para atender a esa población.
En los altos edificios y condominios de las calles 22 a la 65 de Sukhumvit Road, perpendiculares a esa avenida que parece ser la columna vertebral de la capital tailandesa, no es exagerado decir que el 90 por ciento de sus departamentos está ocupado por japoneses, como los Kako, empleados de firmas trasnacionales de su país, con buenos sueldos y amplias prestaciones que les permite a sus hijos acudir a escuelas internacionales, donde se imparte la educación en inglés. Pero varios de esos colegios particulares ofrecen también la educación en japonés, con sistema y métodos de su país, es decir, sólo cambia el clima para esos niños. Además, claro está, existe el Liceo Japonés y otras escuelas que si bien imparten en inglés o francés sus lecciones y materias, también ofrecen la posibilidad de estudiar japonés como segundo o tercer idioma.
Además de Sukhumvit, la comunidad japonesa en Bangkok se concentra en las áreas de Sala Daeng –distrito financiero- y Pathumwan donde existen dos grandes tiendas de departamentos dirigidas a ella: Isetan y Tokyu. Las mejores librerías de la ciudad, por su variedad, tamaño y calidad son, sin duda, las de Kinokuniya y los supermercados Fuji son trasplantados, pues al traspasar sus puertas, uno se siente en Japón, rodeado de productos de ese país.
Los Kako son una familia feliz y joven, de una generación que difiere de la de sus padres en gustos, perspectivas y ambiciones, pero son tan atentos, respetuosos y amables cuanto ellos. En general son cosmopolitas, sociables y hablan inglés, de manera que se relacionan con gente de otras nacionalidades sin problema y amplían el círculo de amigos más allá de su comunidad.
Con las recientes inundaciones en Tailandia, la mayoría de estas familias fue obligada por las empresas que emplean a los jefes de familia a evacuar y retornar temporalmente a Japón–todo pagado-, lo que se resintió en la economía y en la cotidianeidad de Bangkok. Permanecieron, eso sí todos los empleados de las firmas japonesas, al pie del cañón laborando o auxiliando a los tailandeses y con la camiseta de su compañía y su país bien puesta, entre ellos el Sr. Kako, quien suele tomar cerveza Asahi helada, aunque siempre que se le ofrece una Corona esboza un amplia sonrisa y la prefiere y hasta sabe decir Salud!H

lunes, 21 de noviembre de 2011

Abrazado por las raíces

El buda abrazado        Publicada:  21 noviembre 2011
Imágenes de Panchaud Marc del buda de Mahathat en Ayutthaya
Imágenes de Panchaud Marc del buda de Mahathat en Ayutthaya  Ver fotos(2)
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El buda de piedra, cuyo rostro sobresalía de entre las raíces del Banyán -árbol sagrado en Tailandia y buena parte de Asia- que han ido  abrazándolo como boas a lo largo de los años, había desaparecido.

 Alrededor del árbol en el templo de Mahathat en Ayutthayá sólo se veía agua; se había convertido en un pantano, semejante a los Everglades de la Florida, donde los árboles sobresalen del agua y solamente puede uno transportarse en botes.
 

Sin embargo, aquí además de árboles y budas hay templos centenarios y en ellos varias estupas o chides (torres acampanadas), todo anegado. Era una imagen que entristecía a quienes lo había visto en su esplendor.

Algunas imágenes de templos inundados son más que descriptivas, como la del templo Wichitraram en Bangkok, donde se ven decenas de figuras esculpidas que sostienen una estupa con los brazos y las piernas abiertas dando la impresión de levantarla para salvarla del agua que les llega hasta los pies. O el gigantesco demonio que resguarda la cámara de murales en el monasterio del Gran Palacio que ha visto que el agua le alcanzaba más allá de los calcañares e impávido permanecía en su lugar.
 

Esa misma imagen se reproducía en otro templo con el añadido de que se veía a jóvenes monjes budistas chapoteando alegres frente a los guardias eternos.

El buda de Ayutthayá es un icono turístico, y si bien pareciera haber sido dejado a propósito bajo el árbol con la finalidad de que sus raíces lo envolvieran y dar la impresión de ser más antiguo de lo que es para sorprender a los visitantes, lo cierto es que el banyán lo acogió rápidamente como doncella amorosa que abraza a su caballero ideal, amor platónico o príncipe azul cuando finalmente lo encuentra y lo tiene cerca. El, cariñoso se ha dejado ceñir por ese natural abrazo que les confiere a ambos una aureola celestial que encanta a quienes los ven, independientemente de ser o no religiosos. Es la fuerza y la ternura de la naturaleza proyectada en el arte sacro.

Dada su importancia a nivel nacional y mundial, el Departamento de Bellas Artes de Tailandia ha realizado estudios para conocer la magnitud de los daños a la zona arqueológica —templos— de Ayutthayá, los cuales se calcula ascienden a 3 millones de dólares. La UNESCO, dado que se trata de un sitio considerado Patrimonio Histórico de la Humanidad, enviará especialistas de diferentes países para ayudar a la restauración con el fin de evitar que algunas de las antiguas construcciones colapsen y poder recibir sin riesgos al turismo, del cual en gran medida vive esta ciudad.

Así, con el paso de las semanas, las aguas comienzan a retornar a su nivel, pero los tailandeses se han tomado esta calamidad también de modo muy natural. Caminan, juegan, nadan, chapotean y navegan en las aguas crecidas que convirtieron calles y carreteras en canales y patios y explanadas en lagunas. Ríen, a pesar de todo, y hacen chistes, como los mexicanos suelen hacerlo ante la adversidad -recordemos el terremoto de 1985-. Reírse de sí mismos, que al fin y al cabo hay que disfrutar la vida en este mundo que es sólo una vía de tránsito para alcanzar el paraíso y la vida eterna siempre que no se haga daño al prójimo. Es lo que el budismo intenta enseñar y pregona que debe practicase.

Ahora el rostro, o mejor dicho la cabeza del buda abrazada por el banyán puede verse nuevamente en Wat Mahathat. Estuvo sumergida durante semanas tras haberse inundado Ayutthayá, antigua capital siamesa que comienza a recuperarse y cuyos habitantes están limpiando del fango y basura acarreados por los ríos. El buda no presenta vestigios de suciedad y seguirá siendo contemplado por miles de personas. El desastre natural lejos de ahogarlo le ha dado una oportunidad, la de tener una nueva anécdota que los guías contarán a los turistas aumentando su legendaria presencia y su halo de santidad entre los creyentes.

Copyright 2011


Texto: Hidalgo

lunes, 14 de noviembre de 2011

Sin Loi Krathong

Deslucida celebración       Publicada:  14 noviembre 2011


Loi Krathong es una festividad tradicional de Tailandia. Este año hubo poco que festejar, pues las inundaciones impidieron ese gran regocijo.

Normalmente el Loi Krathong habría sido una celebración popular, pero el desastre en Tailandia evitó el regocijo.

Loi Krathong es una festividad que se celebra en todo el reino la noche de luna llena del decimosegundo mes tailandés (lunar), que según el calendario occidental cayó el 10 de noviembre. Sin embargo, esta vez hubo poco que festejar, según nos cuenta Jorge Luis Hidalgo Castellanos en su colaboración que ya puede leerse en http://www.yucatan.com.mx/     Tema: Calidad de vida


Desde Bangkok

Un año sin Loi Krathong         Publicada:  el 14 de noviembre de 2011 en el Diairio deYuctan.

Jorge Luis Hidalgo Castellanos

Normalmente habría sido una celebración popular en grande puesto que es quizá la mejor preservada y difundida tradición en Tailandia, pero el desastre producido por las mayores inundaciones en 100 años que todavía padece una parte del país y de su capital evitaron el regocijo.


Loi Krathong es una festividad anual que se celebra en todo el reino la noche de luna llena del decimosegundo mes tailandés (lunar). Este año, 2554 en Tailandia y 2011 de la era cristiana, la fecha ha sido el 10 de noviembre, pero con poco que festejar.


“Arreglo redondo de flores que flotan” podría significar Loi Krathong dado que lo usual es festejarlo depositando en el agua un circulo floral dejando que la corriente se lo lleve. Originalmente eran adornos elaborados con hojas de platanero dobladas y que tejidas semejaban flores de loto. La base de los arreglos eran rodajas del tallo o tronco de los plátanos (árbol) que por ser cavernoso permite que flote. En el centro se colocan algunas flores, velas e incienso, que encendidas navegan en la oscuridad de la noche.


Respecto de su origen existen diversas apreciaciones. Una es que se trata de una versión adaptada de la costumbre india con la que se pagaba tributo a la diosa del agua. En el antiguo Siam habría pasado también como un ritual similar. Otra posibilidad es que se haya originado durante el reino de Sukhothai, cuando una de las reinas comenzó a ofrecer a los dioses flores en agradecimiento; esta versión tiene una variante que señala que el origen habría sido ya cuando la capital estaba en Bangkok, con la dinastía real Chakri. Y una más es que se estableció, tomado de los brahamanes hindúes para honor a Buda, Sidartha Gautama. En todo caso, siempre como muestra de agradecimiento por el agua con la que la vida es posible.


La tradición continua en la actualidad y cada año es un festejo nacional que comparte, aunque no siempre en las mismas fechas, con países vecinos, principalmente en Laos y Myanmar, aunque también en Malasia.


La celebración se hace en los ríos, como el Chao Phraya en Bangkok, a cuyas márgenes millares de personas se acercan en cuanto atardece para dejar su Krathong en sus aguas, que brillan en su cauce cual estrellas en el cielo. En algún momento de la noche hay espectáculos de fuegos artificiales. Esto se reproduce en todo el país, aprovechando ríos, lagos, mar, estanques, canales y hasta albercas de condominios, casas y hoteles.


En el norte, la ciudad de Chiang Mai une otra tradición, la del Yi Peng, festival
de las linternas (Khom loi o linternas flotantes) que, a la manera de globos de aire caliente son elevados por centenares en la noche de Loi Krathong iluminando el firmamento del otrora reino de Lanna, del que se ha heredado esta tradición. Existía en tiempo pasados, no en tanto, una diferencia en los calendarios de los reinos de Lanna y el de Siam, pues la fiesta se celebraba en aquel durante la luna llena del “segundo mes” lunar, el llamado Yi Peng. Las casas de ese reino se decoraban también con linternas (Khom fai) y usaban otras colgadas de un palo (Khom thue).


En el siglo XVI la tradición del Yi Peng fue absorbida en ciertas partes de Laos.


Se trata de tradiciones muy arraigadas en el pueblo thai que pobres y ricos, en el norte y en el sur, siguen normalmente con alegría, a menos que haya circunstancias inusuales o algo muy grave que obligue a no celebrarlas.
Este año lamentablemente así ha sido debido al exceso de agua en septiembre y octubre que ha castigado al reino con millones de metros cúbicos que los ríos han sido incapaces de acarrear hacia el mar anegando amplias zonas rurales y urbanas.


No es que no hubiera que agradecer a los dioses del agua, pero el ánimo después de semanas inundados ha hecho que éste haya sido en muchas lunas, un noviembre sin Loi Krathong.




Copyrights 2011.        Texto: Hidalgo

lunes, 7 de noviembre de 2011

Mercados Flotantes

El mercado flotante, otro emblema de Tailandia  Publicada:  7 noviembre 2011
Imágenes de los mercados flotantes de Tailandia
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Tráfico en la navegación
Tailandia es un país tropical, de tierras bajas y abundante agua que obligó a sus habitantes a vivir y a realizar sus actividades cotidianas  de una singular manera, conviviendo con el agua, pero salvaguardándose de ella. Así fue durante siglos. Los mercaderes y los campesinos tuvieron que ingeniárselas para vender sus productos y lo hicieron con botes de madera, dando origen a los mercados flotantes, una de las tarjetas postales tailandesas.

La publicidad turística actual de este país presenta invariablemente a este tipo de mercados, algo único que estimula al turista a conocerlo. Sus imágenes, con pequeñas embarcaciones llenas de frutas de colores, verduras, flores, comida, artesanías y hasta aves vivas que navegan suavemente sobre las aguas de los canales son un verdadero atractivo, que para los mexicanos –toda proporción guardada- semeja a las trajineras en Xochimilco y a otros extranjeros las góndolas de Venecia.

Las frecuentes inundaciones en Tailandia, incluso las recientes, hacen recordar el hecho de que este país tiene una extensa área de su territorio con tierras bajas, particularmente en la parte central, con humedales, pantanos y caudalosos ríos. El típico paisaje rural tailandés se retrata con inmensos arrozales anegados –propios de su cultivo-, búfalos que ayudan a las tareas agrícolas, montañas tropicales y casas con estilizados techos construidas sobre palafitos. El mercado flotante es otro elemento distintivo de Tailandia en villas y ciudades, incluyendo Bangkok.

Fruta local a la venta


Desde la capital pueden visitarse algunos, entre ellos el de Damnoen Saduak, a unos 100 km al suroeste de la ciudad. Toma el nombre de la villa donde se localiza y es uno de los más auténticos puesto que otros han sido construidos para fines turísticos y no cuentan con el sabor tradicional, con gente del pueblo que vive y vende ahí mismo sus productos. En realidad Damnoen Saduak tiene tres mercados que se comunican por canales acuáticos, estos son Ton Khem, Hia Kui y Khun Phitak, este último el menos congestionado.

La mejor hora para llegar a este mercado flotante es en la mañana, antes de las 9 y de preferencia a las 7, por lo que hay que madrugar dado que lleva más de una hora llegar desde Bangkok. El recorrido puede ser más largo de lo que uno pasa en el propio mercado, pero vale la pena la visita, si bien no se debe tener expectativas de que todo sea como las imágenes de las tarjetas postales o folletos. Hay que ir con ánimo de diversión y avidez cultural. El recorrido suele incluir visitas a plantaciones de coco, toda una industria en Tailandia, donde se aprovecha la planta y el fruto, produciendo derivados, en una actividad industrial integral para beneficio de la población y del país. También pueden visitarse orquidearios y otros viveros, así como pasear sobre elefantes en senderos dedicados al turismo.

Una opción más es el mercado flotante de Anphawa por el rumbo de Samut Songkhram, provincia al sur de Bangkok que, a diferencia del de Damnoen Saduak, funciona al atardecer, casi en la noche, con lo que representa una opción para quienes prefieren no levantarse temprano si bien abre sólo de viernes a domingo. Está mucho menos congestionado y recibe menos turismo extranjero, lo que no significa que haya poca gente. Un pero sería que tampoco ofrece las vistas que podrían fotografiarse en el otro, y que son las comúnmente retratadas en revistas y libros, por cierto uno de los fines de visitar este tipo de mercados para llevarse una imagen con la que después se recuerde gratamente la visita a Tailandia.

En fin, que de mañana o de tarde, existen opciones para conocer los bucólicos mercados flotantes que se han visto en películas, revistas o documentales y que explican por sí mismos que el “País de las sonrisas” es también lugar de ciénagas, donde la naturaleza debe ser respetada y dejar que el agua fluya, aunque de manera controlada, para evitar desastres y continuar sonriendo.
Vendedores en Damnoen Saduak

Copyright 2011

Fotos y Texto: Hidalgo