miércoles, 30 de marzo de 2011

Civismo tailandés

Detalle de escena del Ramakien, en un gobelino thai.
Es impresionante el respeto que los tailandeses tienen a sus simbolos nacionales. Y entre ellos, destaca el que profesan a su himno nacional. Cuando usted visite Tailandia ponga atención al detalle: dos veces al día -8 de la mañana y 6 de la tarde- se transmite el himno en todo el país y los lugares públicos tienen sistemas de sonido en los que se puede escuchar. Es en ese justo momento, que se puede apreciar la solemnidad que se guarda al mismo.  


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Respeto cívico    Publicada:  28 marzo 2011
Jorge Luis Hidalgo Castellanos


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Desde Bangkok
Respeto cívico

Descendí del tren en una de las estaciones del metro (elevado) más concurridas y me encaminé hacia la salida para ir a un conocido centro comercial; eran casi las 6 de la tarde y aún no oscurecía. Apenas había dado algunos pasos cuando de pronto todo se detuvo, como si en una película la escena se hubiera congelado. También me paré.
 
La música ambiental se escuchaba en las bocinas de la estación y comprendí entonces algo que sin embargo me sorprendió. La melodía correspondía al himno nacional de Tailandia y la gente se detenía o dejaba de hacer lo que estaba haciendo, mostrando un respeto inusualmente visto en otros países.
 
El himno tailandés goza de un gran respeto, al igual que los otros símbolos nacionales —bandera, escudo y el rey— y se escucha en lugares públicos y en los medios de comunicación dos veces por día, diariamente; a las 8 de la mañana y a las 6 de la tarde. En las escuelas, públicas y privadas, se entona los días de clases como parte de los honores a la bandera, misma que se iza también todas las mañanas en presencia de los alumnos y profesores, quienes hacen una reverencia al final de los acordes.
 
No existe o por lo menos no se ve una autoridad que obligue a respetar o que castigue de inmediato a quien no muestre respeto, pero pareciera que sí la hay cuando uno ve el comportamiento cívico de los tailandeses. Sucede que este valor es enseñado desde muy temprana edad en la población y fomentada o exigida tanto en el hogar como en la escuela, al igual que el respeto a los mayores, a los monjes budistas y al monarca, quien, por cierto, es casi idolatrado por la mayoría y quien representa la unidad del reino.
 
Cierto es que en este rubro existe legislación que, si bien no exige el respeto expresamente, sí castiga penalmente a quien sea irrespetuoso o a quien se refiera de manera ofensiva en público a los símbolos nacionales o al soberano y la familia real, pues cometería un crimen de Lesa Majestad. El soberano, no obstante, se ha pronunciado por el ejercicio de la libre expresión y otras libertades fundamentales.
 
Me ha tocado comprobar también que en todo evento artístico, teatro, concierto, recital e incluso en exhibiciones de cine comercial se interpreta una pieza musical instrumental compuesta por el rey Rama IX, quien no solamente es músico —toca el saxofón— sino inventor y fotógrafo, entre otras cosas. En el cine uno empieza viendo los avances de próximos estrenos y algunos comerciales y,  justo antes de que inicie la película principal, se aprecia el símbolo de la casa real en la pantalla y el público se pone de pie para escuchar el real himno, diferente al nacional. La primera vez que uno experimenta esta situación sinceramente no sabe qué hacer cuando comienza a levantarse la gente y hasta llega a pensarse que hay una emergencia. Después de dos veces de ir al cine, uno se acostumbra, como a todo.
 
El respeto que veo en Tailandia por sus símbolos patrios me recuerda el que en México existe y que sin embargo ya no es ejercido tan ampliamente como antes, cuando al izarse o arriarse la bandera o escucharse el himno nacional la gente se detenía y si usaba sombrero se descubría —o la ciudadanía lo obligaba con miradas reproborias o hasta regaños— como una forma de respeto, no a los objetos o a la música, sino a lo que simbolizan: el amor a una patria que se ha forjado y defendido a lo largo de los años contra viento y marea, independientemente de partidos políticos, gobernantes o ideologías. Es el respeto a México y a sus soberanos, cada uno de los mexicanos, desde los recién nacidos —que son su futuro—  hasta los abuelos que ofrecieron sus días jóvenes y de trabajo al país ayudando a su construcción y desarrollo.
 
La educación cívica de un país va más allá del patriotismo local, pues coadyuva a sembrar y fortalecer los valores profundos que identifican a los habitantes de una nación, quienes al practicar ese civismo se convierten en mejores ciudadanos del mundo, pues reflejan dicha educación en su comportamiento cuando viajan a otros países o continentes.
En todo caso, pareciera haber una coincidencia en este aspecto entre mexicanos y tailandeses y de ello podemos sentirnos orgullosos todos, como lo comprobé recientemente en la estación Siam de la línea Sukhumvit del tren elevado en Bangkok y me trasladó al Zócalo de nuestra capital.
Copyright 2011.           Texto & Fotos:  Hidalgo

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