Carlos Santana en pleno concierto The Guitar Heaven |
La famosa Impact Arena de la zona metropolitana de Bangkok abrio la gira de Carlos en Asia y Oceania el 1 de marzo de 2011, con un inolvidable concierto que hizo vibrar el auditorium de Nonthaburi y todo mundo salio adorando al virtuoso de Autlan, Jalisco. El publico asiatico es amable y respetuoso, lo que hace a veces dificil animarlo, pero Santana y su banda lo cosiguio.
Santana en el país de los libres Publicada: 7 marzo 2011 12:17 hrs.
Desde Bangkok
Jorge Luis Hidalgo Castellanos
Promocional del concierto de Carlos Santana en Bangkok (3)
El maestro nacido en México dio clase en Bangkok. Los seguidores del vituoso de la guitarra eléctrica no fueron defraudados la noche del martes 1 de marzo, cuando vieron y sobre todo escucharon los acordes de Santana; sí, Carlos Santana y su grupo de diez excelentes músicos que hicieron vibrar la Impact Arena (Muang Thong Thani) de Nonthaburi, en la zona metropolitana de la capital de Tailandia, primera estación del Santana on Tour-Guitar Heaven 2011.
Es a veces difícil imaginar que la música de Santana pueda tener público en Asia, pero la gira que hace por este continente y Oceanía durante marzo —abarca siete países: Tailandia, Indonesia, Singapur, Corea, Australia, Nueva Zelanda y Taiwán— no deja duda de que sí hay seguidores y el rock y la buena música tienen aficionados en todo el mundo sin importar la edad de los artistas ni quienes acuden a los conciertos.
Boletos de ingreso al concierto de Bangkok. |
En Nonthaburi, y a pesar de ser martes, se veía a hijos acompañando a sus padres, nietos con abuelos, jóvenes, adolescentes o gente madura, todos en el salón multiusos que suele acoger este tipo de actos artísticos en Tailandia para dejarse llevar por Santana, que sonó exactamente como en sus discos y como en sus mejores tiempos.
Es cierto que en el caso de Bangkok una buena porción de los asistentes eran extranjeros, residentes o turistas, legales o no, de varias partes del planeta, de diversos orígenes y grupos raciales o étnicos, provenientes de Estados Unidos o Francia, de Brasil o Sudáfrica, de Australia o China y hasta de México; todos unidos por la música, reunidos por un guitarrista, el de Autlán de Navarro, Jalisco, quien en inglés se dirigía a la multitud, dejando de manera muy natural fluir palabras en español que todo mundo parecía comprender, con el halo casi beático de Carlos.
“Corazón espinado” pudo haber sido mejor si hubiera estado Maná acompañando o por lo menos Fher cantándola, pero los intérpretes de Santana —la Pantera Negra y Andy Vargas— no lo hicieron nada mal al grado de poner a un público, frío inicialmente, de pie al igual que cuando escucharon “María María”, ambos del álbum “Supernatural” del año 1999. Tres pantallas gigantes en el escenario proyectaban partes de los respectivos vídeos mezclados con acercamientos de Santana, su guitarra o sus músicos.
Las percusiones —batería incluida— fueron sin duda las grandes acompañantes de la famosa guitarra Santana de exclusivos modelos I, II o MD, pero también hubo lugar para una trompeta y un trombón, un bajo extraordinario, teclados con órgano como no podía faltar para sonar a The Santana Blues Band, la primera y original de los 60, y una guitarra más. “Jingo”, “Smooth”, “Angel Love”, “Samba Pa' ti” y varios éxitos más se escucharon casi a nivel del Nirvana, ese estadio ideal de armonía y alegría, pero desafortunadamente sin la “Black Magic Woman”.
En la apoteosis del show, el grande de Autlán hizo que todos corearan “Light and Love” como palabras kármicas que atraen lo positivo; su voz tranquila llamando a la paz, a que se destinen mayores recursos a la educación, a la salud y a no hacer guerras fue más que bien recibida en este país que ha pasado tragos amargos recientemente, pero donde el budismo impera y la sonrisa y el pacifismo son sellos de autenticidad nacional.
Carlos mostró que es un maestro, un talentoso músico, que sabe quién es y lo que es; no necesitó gritar para hacerse presente y transmitió su paz interior, su bonhomía, sencillez y calidez, abriendo los brazos, ofreciendo su corazón, su música y juntando sus manos junto al pecho para agradecer al más puro estilo budista, algo que pareciera serle familiar y no una pose. ¡Cop kum Khrab, Khun Carlos! ¡Gracias Santana!
Dos horas y cuarenta y cinco minutos de exuberante y energético rock con ritmos latinos, africanos y hasta melodías incidentales de The Beatles y Milton do Nascimento parecieron poco y el auditorio no ardió porque al final Bangkok no es Woodstock ni Avándaro o Río de Janeiro, el lugar estaba “limpio” como lo dijo Santana sonriendo y además había menores de edad presentes en este civilizado concierto del jaliscience. Nuevas generaciones aprendiendo lo mejor de los maestros.
Texto & Fotos: Hidalgo
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