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Jorge Luis Hidalgo Castellanos
Su fragancia provocaba sensaciones únicas en las personas, quienes conforme a su estado anímico, experimentaban diferentes efectos, siempre gratos y placenteros. El aroma provenía de unas flores blancas, de cinco pétalos de cuyo centro irradiaba el color amarillo que las hacía más atractivas en los ramos naturales de hasta veinte flores que ofrecen las Chak niktés. Esa primavera, los paseantes de Tizimín estaban hechizados con su mágico aroma.
La flor de mayo (Plumeria rubra) es una especie de origen mesoamericano, es decir, de México y Centroamérica que actualmente se cultiva en todo lugar tropical desde Florida hasta Brasil país que le llama jasmim-manga y desde Yucatán hasta Bali, isla que tiene kamboyas. Es la flor nacional de Nicaragua en el istmo centroamericano y de Laos en el sureste asiático, donde es tan común que desde hace siglos esta flor mesoamericana tiene carta de naturalización con el nombre de Temple Tree, dado su amplio uso en templos hindúes y budistas. En la Polinesia y en Hawái es una flor conocidísima a la que también se le conoce como melia, pluméria o frangipani.
En Bangkok, las diferentes parejas que conversaban sentadas en las bancas de fierro del parque Bensachari sonreían plácidamente y sus rasgados ojos parecían cerrarse más, casi adormilados bajo las ramas de grandes y frondosos lilawadiis cuyo perfume natural se extendía a la transitada avenida de Sukhumwit, elevándose en el aire hasta la estación más cercana del tren elevado que circula sobre la arteria urbana. Los usuarios del BTS que esperaban el vagón a esa hora del atardecer esbozaban una sonrisa al percibir el aroma de las frangipanis.
La fragante y hermosa flor recibe diversos nombres en México además del maya chak nikté y el español flor de mayo. Chak sabaknikté, súchil, cacaloxochitl, cacajoyó, popojoyó, yichiachi, saugran, tlapalitos, rosa blanca, tisaxochitl y palo de oído. En Nicaragua tienen la sacuanjoche, con un simbolismo tal que se ha impreso en los billetes de cien córdobas desde 1972. Jazmín de las Antillas, pluméria y atapaima son otros nombres americanos al que se unen los de Asia y su sureste como araliya, champa, deva ganneru, champige, krahom o sus denominaciones en inglés Pagoda Tree y Temple Flower.
La chica camboyana tenía en el pelo unas flores tan lindas como ella, iguales a las que aparecían talladas en los cuadros de madera oscura que adornaban el local de masajes del lujoso resort de Siem Reap, cerca de las maravillosas ruinas de Angkor donde se encontraba. En algunas fuentes de su restaurante, de agua fresca y cristalina, flotaban unas champiges. Las guirnaldas que se entregaban a los turistas al llegar al lobby del hotel también estaban hechas de krahoms.
En Tailandia, y el sureste asiático todo, la frangipani se incluye entre las plantas medicinales tradicionales desde el siglo XVII. Su aceite, descrito como “exótico, intenso y embriagador, con una profunda cualidad expansiva que alienta una respuesta sensual, casi provocativa” es usado en la aromaterapia y la alta perfumería francesa, donde se le llama flor de marzapán. Concentrado suele presentarse en color ámbar dentro de botellitas de vidrio con gotero.
En India se conoce como Árbol de la vida, una planta mágica y tradicional a la que basta tomar una de sus ramas para sembrarla en otro lugar y hacerla florecer, representando la infinita conexión del alma con lo divino. Se dice que la frangipani era la flor favorita del rey Krishná y que restaura la paz interior y la armonía que guía hacia lo sagrado en la intimidad. La flor recuerda la belleza del infinito viaje de las almas en el mundo y más allá, trascendiendo.
En España, la rubia escandinava cortó un ramo de pluméria que su brazo alcanzó del árbol de casi tres metros que le protegía del calcinante sol malagueño mientras esperaba el taxi. Al escuchar el nombre de la planta pensó que se debía a que su hojas de verde intenso tienen la forma de plumas, pero Plumeria rubra es el nombre científico que Linneo le dio en homenaje a su colega y amigo Charles Plumier, botánico y misionero francés del siglo XVII que identificó y clasificó algunas plantas en las Antillas.
El chack nikté es un árbol lechoso de hojas largas y anchas que dan en panojas sus flores y agradable perfume. Se cuenta que los nativos bañaban a los recién nacidos en los azahares de sacuanjoche. Los mayas atribuían a esta flor, y más específicamente a su fruto, un concepto divino porque el color amarillo es un color sagrado que les habla del pasado, de sus dioses y de sus sueños; ellos observaron que de un solo pedúnculo salían dos vainas, lo cual era la representación simbólica de un principio vital común que da origen a dos géneros: masculino y femenino. De Yucatán para el mundo.H
Vivo en Puebla, México díganme donde la consigo por favor
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