lunes, 24 de octubre de 2011

Desastre

La inundación tailandesa, gran prueba  Publicada:  23 octubre 2011 11:21 hrs. Imágenes del mal tiempo en Tailandia, causante de las grandes inundaciones
Imágen del mal tiempo en Tailandia, causante de las grandes inundaciones. Lluvia cerrada el sábado 15 de octubre de 2011 enla tarde.  Ver fotos(2)

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“Se recomienda estar atento a  las noticias y alertas de las  autoridades para saber si es  necesario evacuar”-fue el aviso  que recibió la población en  tailandés y en inglés el fin de  semana anterior, por cierto  uno de los más lluviosos. El  mensaje estaba dirigido sobre  todo a los habitantes de la  capital.
Sin embargo, nada pasó y el  lunes algunos voceros dieron la  buena noticia, que  reprodujeron los diarios:  “Bangkok está a salvo!” o “Se  declara salvada a la capital!”


bangkok, ya pasada la intensa lluvia.
  El agua que corre desde el norte había podido ser desviada por las autoridades a través de diques y utilizando el sistema de compuertas que existe en los diversos ríos y canales de la zona metropolitana.
 Pero eso no era todo. El martes, la novedad era que la mayor ciudad del país seguía en riesgo y estaba virtualmente rodeada de agua, como si fuera una isla medio seca en medio de un mar de agua dulce.
 La capital está sitiada por un enemigo natural que ha sido a fuerza contenido, pero que silenciosa y constantemente se cuela a la Ciudad de los Ángeles –nombre literal de Bangkok (Krugn Thep)-, celestiales ánimas que  parecieran no protegerla en  esta ocasión. El ejército de H2O  que deviene desde allende a las  fronteras del reino ha crecido  tanto que las muchas vías que  tiene para salir al mar en el  Golfo de Tailandia no le han  sido suficientes y al ser  contenido artificial y  obligatoriamente, la  concentración acuática se ha  elevado, como la única forma  de encontrar un escape  necesario e inminente.
 Al  subir, el agua sale por las  coladeras, por donde la lluvia  debía descender hacia el río, y  anega las calles, las cuales  comienzan a parecer canales.  La gente que al principio  caminaba mojándose sólo los  pies, unas horas más tarde, casi  puede nadar en arroyos o  albercas de hasta 2 metros de  profundidad. Esto ha pasado  esta semana en el norte de la  zona metropolitana, en la  grande Bangkok.   
Los habitantes que siguen  laborando o realizando sus  cotidianas actividades  despiertan ansiosos  preguntándose si su calle ya  está con agua. Pero no, la  mayoría la ha encontrado aún  transitable y entonces vuelven  a salir a su vida diaria.  Regresan a casa  preguntándose si esa tarde o  noche se inundará la calle y se  mantienen atentos a los  noticieros –y los rumores-. La  ansiedad ya dura algunos días.  Las noticias dicen que son más  de 14 mil fábricas que han  cerrado y que casi 700 mil  obreros han dejado de trabajar  en toda el área afectada de  Tailandia.
Hasta que las autoridades, que  han salvado temporalmente la  ciudad, sacrificando otras  áreas cercana a Bangkok  decidieron el jueves 20 que hay  que abrir todas las compuertas  y ceder el paso al agua;  capitular ante el poderoso  ejército del Hidros griego o del  Tlaloc mexicano, que en este  caso es de la diosa del agua  tailandesa, Nak o Naga,  serpiente acuática que igual  que protege y dota de agua para  los cultivos suele castigar con  inundaciones, tal como lo hizo  el ancestral y mítico rey de  Muang Badan, Naga Suttho  para castigar a quienes  atacaron a su hijo. La gente de  Tailandia pertenece a una  cultura del agua, pero esto ha  ido mas allá. 
Las peores inundaciones de  Tailandia pueden ser  consecuencia del cambio  climático; de la falta de  planeación; de la mano  constructora del hombre que  desintencionadamente ha ido  en contra de la naturaleza y  ahora se lo cobra destruyendo  lo erigido. Quién sabe, pero a  pesar de todo, se puede ver hoy  a un niño que juega sentado en  la marquesina de su casa con  un barquito a control remoto  en las aguas estancadas de lo  que era su calle; mientras en  otro lugar, un viejito practica  su matinal Tai-Chi con el agua  mojándole los pies.
Y es que los tailandeses todavía  sonríen, aunque se encuentren  encaramados en el techo de sus  casas o caminen con el agua  hasta el pecho. La vida tiene  que continuar.

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Texto y Fotos: Hidalgo

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