Imágen del mal tiempo en Tailandia, causante de las grandes inundaciones. Lluvia cerrada el sábado 15 de octubre de 2011 enla tarde. (2)
“Se recomienda estar atento a las noticias y alertas de las autoridades para saber si es necesario evacuar”-fue el aviso que recibió la población en tailandés y en inglés el fin de semana anterior, por cierto uno de los más lluviosos. El mensaje estaba dirigido sobre todo a los habitantes de la capital.
Sin embargo, nada pasó y el lunes algunos voceros dieron la buena noticia, que reprodujeron los diarios: “Bangkok está a salvo!” o “Se declara salvada a la capital!”
El agua que corre desde el norte había podido ser desviada por las autoridades a través de diques y utilizando el sistema de compuertas que existe en los diversos ríos y canales de la zona metropolitana.
bangkok, ya pasada la intensa lluvia. |
Pero eso no era todo. El martes, la novedad era que la mayor ciudad del país seguía en riesgo y estaba virtualmente rodeada de agua, como si fuera una isla medio seca en medio de un mar de agua dulce.
La capital está sitiada por un enemigo natural que ha sido a fuerza contenido, pero que silenciosa y constantemente se cuela a la Ciudad de los Ángeles –nombre literal de Bangkok (Krugn Thep)-, celestiales ánimas que parecieran no protegerla en esta ocasión. El ejército de H2O que deviene desde allende a las fronteras del reino ha crecido tanto que las muchas vías que tiene para salir al mar en el Golfo de Tailandia no le han sido suficientes y al ser contenido artificial y obligatoriamente, la concentración acuática se ha elevado, como la única forma de encontrar un escape necesario e inminente.
Al subir, el agua sale por las coladeras, por donde la lluvia debía descender hacia el río, y anega las calles, las cuales comienzan a parecer canales. La gente que al principio caminaba mojándose sólo los pies, unas horas más tarde, casi puede nadar en arroyos o albercas de hasta 2 metros de profundidad. Esto ha pasado esta semana en el norte de la zona metropolitana, en la grande Bangkok.
Los habitantes que siguen laborando o realizando sus cotidianas actividades despiertan ansiosos preguntándose si su calle ya está con agua. Pero no, la mayoría la ha encontrado aún transitable y entonces vuelven a salir a su vida diaria. Regresan a casa preguntándose si esa tarde o noche se inundará la calle y se mantienen atentos a los noticieros –y los rumores-. La ansiedad ya dura algunos días. Las noticias dicen que son más de 14 mil fábricas que han cerrado y que casi 700 mil obreros han dejado de trabajar en toda el área afectada de Tailandia.
Hasta que las autoridades, que han salvado temporalmente la ciudad, sacrificando otras áreas cercana a Bangkok decidieron el jueves 20 que hay que abrir todas las compuertas y ceder el paso al agua; capitular ante el poderoso ejército del Hidros griego o del Tlaloc mexicano, que en este caso es de la diosa del agua tailandesa, Nak o Naga, serpiente acuática que igual que protege y dota de agua para los cultivos suele castigar con inundaciones, tal como lo hizo el ancestral y mítico rey de Muang Badan, Naga Suttho para castigar a quienes atacaron a su hijo. La gente de Tailandia pertenece a una cultura del agua, pero esto ha ido mas allá.
Las peores inundaciones de Tailandia pueden ser consecuencia del cambio climático; de la falta de planeación; de la mano constructora del hombre que desintencionadamente ha ido en contra de la naturaleza y ahora se lo cobra destruyendo lo erigido. Quién sabe, pero a pesar de todo, se puede ver hoy a un niño que juega sentado en la marquesina de su casa con un barquito a control remoto en las aguas estancadas de lo que era su calle; mientras en otro lugar, un viejito practica su matinal Tai-Chi con el agua mojándole los pies.
Y es que los tailandeses todavía sonríen, aunque se encuentren encaramados en el techo de sus casas o caminen con el agua hasta el pecho. La vida tiene que continuar.
Copyrights 2011
Texto y Fotos: Hidalgo
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