lunes, 31 de octubre de 2011

Amenaza silenciosa

Desde Bangkok
Ante una amenaza silenciosa Publicada:  31 octubre 2011

Imágenes de los diques levantados con sacos de arena a causa de las recientes inundaciones en Tailandia.
Imágenes de los diques levantados con sacos de arena a causa de las recientes inundaciones en Tailandia. Ver fotos(3)
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Después de tres semanas de angustiosa espera, la ciudad sigue preparándose para la avenida, silenciosa amenaza que se cierne sobre Bangkok.
 De hecho ya ha llegado a las orillas, afectando el Norte y Oriente de la capital y poniendo en jaque a los habitantes y autoridades que, impotentes ante las fuerza naturales, han cedido a sus caprichos.
Miles de sacos de arena son colocados, algunos apilados hasta a 2 metros de altura; en otros lados se erigen muros de tabique y cemento de 1 m que temporalmente parecen permanentes.
Las calles de la ciudad más poblada del país, que alberga a la sexta parte de la población, se ven semidesiertas desde que se suspendieron las clases en todas las escuelas el martes y más aún desde el jueves, 27 de octubre, cuando se inició el periodo de tres días hábiles que el gobierno decretó como festivos para la burocracia nacional con el fin de dar tiempo a la gente de avituallarse —con agua embotellada y alimentos secos—  y evitar exponerla. Con la medida también se ha querido facilitar la labores de protección civil, pues “mucho ayuda el que no estorba”.
Los que pudieron salieron de la ciudad, a otras partes del reino o a países vecinos. Varias empresas extranjeras —japonesas principalmente— y algunas misiones diplomáticas han preferido pagar los pasajes de las familias de sus empleados extranjeros para que abandonen Bangkok temporalmente, en vacaciones obligatorias.
Tokio ha sido un destino socorrido, a seis horas en avión. Niños y mujeres primero, todos están amenazados.
Lo paradójico es que en la semana ha llovido poco y la mayoría de sus días han sido soleados como el mejor verano, con calor de 40 grados centígrados, que con la humedad se siente hasta 8 grados más, en lo que parece un gigantesco baño sauna permanente.  Se puede imaginar que se está encima de una olla de agua hirviendo a fuego lento, cuyo vapor llega a sofocar. Lo que sucede es que el inusual volumen hídrico no se debe a las lluvias recientes y mucho menos a las que caen sobre Bangkok.
Son aguas que continúan bajando del norte ya no sólo por los cauces de los ríos sino por donde puede escapar el torrente. Agua que desde la semana pasada se vierte desde las cuencas de las decenas de represas que acumularon tanto que se vieron superadas y tardíamente han abierto las compuertas.
A lo largo de los siglos los tailandeses han construido diques y canales con el objetivo de controlar los ríos y evitar que la naturaleza deje sentir su fuerza periódica e implacablemente, pero no siempre se ha podido planear y hay que considerar que el idealizado control depende de decisiones humanas; no es que falle la red de exclusas o las represas, mucho menos la naturaleza.
La buen noticia ahora es que sólo una quinta parte del territorio está anegado, en su parte central; hace 15 días era la mitad. La mala es que se trata de la zona de mayor densidad poblacional y donde reside la planta productiva del país. El impacto en la manufactura tailandesa afecta a otros países y a la cadena productiva mundial, como el de las computadoras, por ejemplo, dado que el 25 por ciento de los discos duros se fabrican en Tailandia y se exportan a otros lugares de Asia o Latinoamérica que producen laptops, desktops y notebooks. El resultado es que los precios de estos aparatos han aumentado en cuestión de días y la producción se ha detenido recortando la jornada laboral de trabajadores a miles de kilómetros de distancia.
La espera de las amenazantes inundaciones en zonas de la ciudad tiene a la gente con ansiedad e incertidumbre. Es una amenaza que no ataca con furia como el tsunami o el huracán, ni súbitamente como el terremoto. Es posible que llegue, pero se desconoce cuándo y al hacerlo será lenta y silenciosamente y nada asegura que los sacos de arena colocados alrededor de rascacielos de cristal y acero en el distrito financiero realmente contengan tan preciado y vital líquido. Las barricadas de arena más fácilmente detienen ejércitos, con todo y que el agua no tiene armas de fuego, aunque siempre acecha en silencio.

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Texto: Hidalgo

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