Jorge Luis Hidalgo Castellanos
Scaramanga
tenía su mansión y refugio en una pequeña isla asiática con montañas muy
empinadas donde le acompañaban bellas mujeres y Nick-Nack, un enano con acento
afrancesado; mayordomo, ujier y cómplice también ambicioso y con delirio de
grandeza que quería dominar el mundo junto a su jefe o preferentemente solo.
Únicamente había un obstáculo: 007, el agente del servicio secreto británico al
que Scaramanga detestaba y que debía eliminar, pero no de cualquier manera sino
directa y personalmente. Para eso era un tirador consumado, un asesino a
sueldo, un sicario. Era el hombre de la pistola dorada.
Al
visitar algunos lugares costeros del sur de Tailandia los operadores de turismo
ofrecen viajes en lanchas rápidas para visitar Koh Khao Phing Kan, isla cuyo
característico y vertical risco, dentro del mar y frente a una de sus playas es
inconfundible: de película, se llama Koh Tapú.
Al
descender del bote en la exuberante Koh Khao Phing Kan hay que meterse al mar
porque no hay muelle. Así que después de saltar de la lancha con el agua hasta
las rodillas se camina hasta una parte de la playa donde se ve una caverna que
el tiempo ha formado a manera de techo de un vestíbulo natural. No hay nada más
que arena, roca y tres mesas plegables utilizadas por algunos guías de
turistas.
Es precisamente esta parte la que aparece al abrirse el característico
círculo del obturador de la cámara para ofrecer la primera escena de “El hombre
de la pistola dorada” (1974), novena película de la saga de James Bond, segunda
protagonizada por Roger Moore que antes había filmado El Santo para la tv. En
esa toma, se ve a una mujer tomando el sol en la playa frente a la caverna que
posteriormente se levanta para recibir a Scaramanga, quien sale del mar, y
secarlo.
La
película ubica la isla en algún lugar del territorio chino o cerca de él, pero
el sitio original está en el mar de
Andamán, en la parte oriental de la bahía de Phangnga, entre otra famosa isla
tailandesa, Phuket, y la parte continental, lo que le hace un lugar escondido,
seguro, de los bandidos, espías y los temibles tsunamis. El paisaje de las
islas y litoral en esa zona del Andaman tailandés es montañoso, con montículos
calcáreos erosionados por el mar y el viento cuyas cumbres hacen que los islotes se vean
más altos que anchos, lo que les dota de un encanto.
Después
de estar en “la isla de James Bond” (Koh Khao Phing Kan), el
paseo continúa por
la bahía, en otros islotes cuyas aguas se navegan en piraguas para visitar el
interior de Koh Panak donde a través de un túnel natural se llega a una cueva que
conduce a un manglar interior. Koh Hong es otra isla que también permite
penetrar su interior en el kayak que recorre al menos 20 metros antes de poder
remar en una especie de paraíso escondido en el centro de los altísimos y
exuberantes cerros.
Francisco
Scaramanga (Christopher Lee) guardaba su arma secreta a base de energía solar para
conquistar el mundo en su isla con talleres y laboratorios sofisticados. Los
rayos solares se captaban con celdas colocadas en el islote vertical (Koh Tapú)
a unos metros de su lujosa guarida.
El
tour de un día en el mar, ofrece la comida en un restaurante flotante de
gitanos del mar, quienes junto a una isleta mantienen adosado, contra viento y
marea, un pueblito de casas construidas sobre palafitos en el mar, que inclusive
tiene una mezquita de cúpula dorada, una escuela y una clínica. Viven de la
pesca y del turismo. El paseo turístico tiene su última escala en la isla Na ká,
donde durante hora y media se puede descansar en la playa, sumergirse en las
aguas del mar o simplemente relajarse asoleándose o recibiendo la brisa en el
rostro.
James
Bond aterrizó en un pequeño hidroplano, proporcional a la playa de la isla.
Nick-Nack le sirvió champán antes del duelo con Scaramanga quien al esfumarse de
la playa obligó a 007 a entrar a la contemporánea mansión insertada en la montaña
decorada con piezas prehispánica –incluyendo un mascarón-, y de otras culturas
antiguas, además de colecciones de mariposas e insectos. El combate continuó en
un laberinto con espejos, cámaras, maniquíes y luces donde la pistola dorada
disparó sin lograr herir a Bond, cuya figura de cera pareció cobrar vida para eliminar
al sicario. El laboratorio comenzó a arder pero 007 pudo escapar con la chica
en un velero chino. Desde lejos vieron la isla explotar.
Al
regresar del paseo y atracar al atardecer en el Real Marina de Pukhet se ven,
además de varios yates que bien podrían ser usados por 007, a algunas chicas
James Bond. H
Copyright 2013 Texto & Fotos: Hidalgo©
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